¿Cuándo empieza la obesidad?
Francisco Gutiérrez, UNAM

 

Decir que el exceso de ingestión de energía conduce a la obesidad puede parecer una verdad de Perogrullo. Sin embargo, determinar cuándo es excesiva la ingestión suele ser difícil hasta para los expertos en nutrición. Para detectarla se puede recurrir a la báscula, a la cinta métrica o a la imagen que refleja el espejo, pero quizás para entonces ya se haya acumulado demasiada grasa en el tejido adiposo.

Habitualmente la cantidad de alimentos que se consume está determinada por los hábitos de alimentación, los cuales se van modulando a lo largo de la vida. Por eso es importante señalar algunas de las características de los hábitos adquiridos en cada etapa de la vida.

Es justamente lo que haremos a continuación.

Infancia
La formación de los hábitos alimenticios se inicia desde el nacimiento. El recién nacido no es capaz de sobrevivir sin que alguien le proporcione alimento, pero cuenta con una serie de habilidades que le permiten interactuar con la comida y con quien se lo proporciona.

El niño puede oler, gustar, sentir ver y oír, además de aprender, todo lo cual permite que vaya formándose su actitud hacia el alimento y lo que se le relaciona.

Para el bebé es una fuente de satisfacción primaria, en cuanto que satisface sus necesidades nutricias a la vez que le ofrece estímulos sensoriales relacionados con el olor, el sabor y la textura de los alimentos.

Las madres saben que el niño que es alimentado en un ambiente de tranquilidad, de relajación, sin prisa ni ansiedad, tiende a quedar saciado y satisfecho más pronto y a dormir con mayor tranquilidad.

Por el contrario el niño que es alimentado con prisa o por una madre angustiada o alterada, se muestra irritable, inquieto y parece no saciarse con el alimento que se le da.

La madre no debe seguir un horario estricto para alimentar a su hijo sino que debe responder a las demandas cada vez más específicas del niño. De esta manera el pequeño aprenderá a comer en función de su hambre y no en relación a su horario.

Edad adulta
Para el adulto la comida adquiere significados complejos. Aunque la alimentación siga teniendo importancia como medio para satisfacer una necesidad primaria. Se le usa también como factor predisponente o motivante, como símbolo de status, como arma de manipulación o como motivo político. A lo largo de la historia en casi todas las sociedades -desde las primitivas hasta las más desarrolladas- una característica distintiva de las celebraciones sociales ha sido -y es- compartir alimento, ya sea que se trate de bodas, aniversarios, velorios, rituales religiosos, desayunos políticos, de negocios u otras formas de convivencia social.

Los hombres y las mujeres que viven en zonas urbanas tienen mayores probabilidades de desarrollar obesidad por un efecto combinado de exceso de ingestión energética y la falta de ejercicio. La ingestión de dietas desequilibradas, hiperenergéticas, y la abundancia de bocadillos, así como el consumo habitual de alcohol aunados a la falta de ejercicio que implica el uso de elevadores, los traslados en automóvil, el goce de aparatos que facilitan el trabajo doméstico o de oficina, favorecen al desbalance energético que deriva en la obesidad. Si además se considera que existen creencias erróneas, pero populares, acerca que la vida estable del matrimonio, el hecho de tener hijos y el avance de la edad implican como regla un aumento gradual de peso, se entenderá por qué prevalece también la creencia táctica de que la obesidad es un estado normal del adulto contra el que poco o nada se puede hacer. Muy pocas personas se percatan de que son los hábitos alimenticios formados en la infancia y en la adolescencia los que proporcionan el aumento gradual de peso.

Adolescencia
Los hábitos de alimentación adquiridos en la infancia se suelen conservar hasta la edad adulta. Sin embargo, durante la adolescencia es natural que los muchachos establezcan un contacto más cercano con sus amigos y se alejen de sus padres. Muchos de los principios, ideas, costumbres, creencias y hábitos son cuestionados en esta etapa y confrontados con otros en busca de una identidad propia.

Los hábitos de alimentación sufren también algunas modificaciones. Como se trata de una etapa de cuestionamiento, de rompimiento con lo establecido, es común que los adolescentes desdeñen los alimentos que han sido considerados como buenos por la familia, sólo por el hecho de sentir que pueden decidir lo que comen. Además, a esa edad se adquiere mayor independencia y pueden hacerse algunas comidas en la calle, lo que facilita más la propia decisión de qué comer.

"Tanto en niños como en adultos obesos, el alimento puede funcionar como un instrumento de presión social"
Como la adolescencia es una etapa de cambios decisivos, tanto desde el punto de vista biológico como en los aspectos familiares y sociales, la psicología de este grupo de individuos se torna muy peculiar. Aparecen conflictos de identidad, de valores, de autoridad, matizados por sentimientos de soledad, de incomprensión y de vulnerabilidad. Con un estado de ánimo como éste, el adolescente busca refugios. Para algunos, el deporte constituye una ayuda y una guía integral que les orienta en aspectos de ejercicio físico y de alimentación. Para otros, que aprendieron que el llanto y la angustia se calman con una galleta.