Testimonio de menores prostituidas:
el caso de niñas de la calle

Se recopilaron siete testimonios con la colaboración de una «educadora de la calle», quien ha establecido una relación de trabajo formativo con cada una de las menores que relatan su historia. Todas ellas han sido o son niñas de la calle, y en algún momento de su historia han transitado por instituciones gubernamentales o privadas de asistencia a menores de y en la calle.
De sus relatos se puede deducir que la mayoría de ellas prácticamente huyó de su casa siendo aún púberes, entre 12 y 13 años de edad.

Ninguna de ellas menciona si cuenta con educación básica o no, mostrando con ello que la escuela no forma parte de su experiencia de vida. Sólo dos de ellas reportan una actividad actual —o combinada— distinta a la
prostitución; cinco provienen del interior del país y dos son originarias del Distrito Federal. En el cuadro puede observarse una caracterización general de las siete menores.

Menores prostituidas de la calle
Menores
María
Elena
Fabiola
Erika
Laura
Pilar
Yesenia
Edad

12

16
17
15
17
Edad de Inicio
10
13
13
12
12
13
Origen
Oaxaca
Chiapas
Jalisco

Distrito
Federal

Distrito
Federal
Oaxaca
Veracruz
Escolaridad
Empleo
Aseadora
Mesera
Residencia
en la calle
en la calle
en la calle
en la calle
en la calle
en la calle
en la calle

A continuación se presenta un resumen de los relatos de vida de cada una de ellas.

María

María tiene actualmente 12 años, es originaria de Oaxaca y no sabe de qué municipio o poblado. Salió de su casa a la edad de 10 años, por maltrato y violación de su padrastro. Emigra a la Ciudad de México, donde su primer espacio de relación dentro de la ciudad es la Central Camionera de la Vía Tapo. Ahí, en la central, realiza servicios domésticos para poder sobrevivir. Cuando puede duerme en este mismo espacio y, otras veces, en la calle. Después de un tiempo consigue trabajo en una «lonchería» de la zona de la Merced. Al no contar con ningún conocido en la ciudad, los dueños del lugar le permiten quedarse a dormir ahí. Es en la lonchería donde, a través del contacto con los clientes y el constante asedio de éstos, se inicia en la prostitución. Como mesera, sus ingresos son menores al salario mínimo. Ha cambiado varias veces de loncherías, pero nunca ha salido de la zona.

Elena

Elena es originaria de Tapachula, Chiapas, y tiene 16 años. Huyó de su casa a los 12 años, llevándose consigo a su hermano, menor que ella. El motivo fue maltrato y violencia física por parte de su madre y su padrastro. Al llegar a la ciudad de México extravía a su hermanito y nunca más vuelve a saber de él. Elena no conoce a nadie en el Distrito Federal, y pronto se convierte en una niña de la calle. Al encontrarse con la sordidez de la calle, se inicia en la droga. En muchas ocasiones tiene que utilizar su cuerpo para conseguir sobrevivir y para consumir drogas. A los 13 años viaja al puerto de Veracruz, donde consigue trabajo en un bar. Ahí baila y se prostituye. Por su edad, el dueño del bar la mantiene oculta. A los seis meses escapa del lugar para retornar a la ciudad de México. Vuelve a vivir en la calle y empieza a transitar por diferentes instituciones de la asistencia. No encuentra ninguna identificación con las instituciones y vuelve una y otra vez a la calle. Con el paso del tiempo, su adicción a las drogas es cada vez mayor. En ese transcurrir tiene un embarazo que llega a su término, y después otro que, por sufrir de una enfermedad venérea, termina en aborto.

Fabiola

Nació en Guadalajara y cuenta con 17 años. Abandona su hogar por maltrato y porque es obligada a trabajar desde los 13 años, edad que se inicia en la prostitución. Su iniciación se da a través de un «muchacho» que la obliga a prostituirse. Con él, ella se siente bien, se siente querida, pero con el tiempo tiene conflictos. En esta época tiene un embarazo y deja la prostitución por un momento; por esta razón es abandonada por «su hombre». Se enferma de «papiloma» y no se atiende hasta que la enfermedad es muy grave. Le tienen que practicar un legrado y, por esa intervención, queda estéril. Esta vivencia le impacta mucho y decide emigrar a la ciudad de México, donde regresa a la prostitución. Se vuelve adicta a la droga. La zona donde se mueve es Garibaldi. La mafia de ese lugar la obliga a venderse a cambio de drogas, no de dinero. Desde los 16 años ha ingresado a varias instituciones, sin lograr alejarse de la droga y la prostitución. Su mayor deseo es morirse: «si yo me muero no pasaría nada».

Erika

Erika es originaria de la ciudad de México. Actualmente tiene 15 años. No conoció a sus padres, fue atendida por su abuela, pero a la edad de 12 años tuvo que salir a buscar trabajo por las precarias condiciones en que vivían. Encuentra trabajo en la Central Camionera del Norte y es ahí donde conoce a su grupo de menores callejeros con quienes se identifica. Regresa cada vez menos a la casa de su abuela. Deja el trabajo y empieza a pedir dinero en la misma central. Empieza a consumir drogas y a tener una fuerte adicción a éstas. Al principio, quienes le ayudan son los taxistas de la central, sin pedirle nada a cambio, pero con el tiempo le empiezan a pedir «algo». De esta manera Erika se va iniciando en la prostitución. Después, una amiga la invita a trabajar en un bar, donde se dedica a fichar y a prostituirse por espacio de un año. Por las condiciones en que labora, sufre de una infección venérea y decide dejar el lugar. Esta situación la lleva a buscar ayuda en diversas instituciones.

Pilar

Pilar es originaria de Oaxaca y tiene 14 años. A la edad de 12 años sale de su pueblo sin saber que salía de él. Vendía pan en la Central de Camiones de San Miguel Lejutla, y no sabe cómo llega al Distrito Federal. Al llegar a la ciudad de México trabaja como vendedora ambulante. Al principio pernoctaba en la Central Camionera de la Vía Tapo, y después en La Merced. Tiempo después conoce a una señora, quien la vende a un prostíbulo. La primera relación sexual la deja muy lastimada y traumatizada. Pilar casi no habla, no puede expresarse, sólo mira y llora, se le nota muy asustada, a pesar de que esa experiencia la tuvo hace dos años. Actualmente, Pilar está en una clínica de atención a infectados del VIH.

Yesenia

Originaria de Veracruz y de 17 años. Ella es negra y debido a su color el padre la rechazó. Nunca la reconoció como su hija, y constantemente la corre de la casa. Escapa a la edad de 13 años, aprovechando el paso de una feria, a cuyo grupo se incorpora. Con él recorre toda la República. Por ser muy atractiva, sufre constantemente acoso sexual y esto la lleva a prostituirse para «ganar dinero y por placer». En el sureste conoce otra menor, decide abandonar la feria, y ambas regresan a Veracruz. En el puerto, se meten a un bar a trabajar, donde bailan, pero son expulsadas por el dueño, por ser menores de edad. Al no tener a dónde ir, empiezan a vivir en la calle y a drogarse. Después llegan al Distrito Federal, donde no conocen a nadie. Una señora las recoge y las lleva a su casa, pero con el tiempo tienen problemas con ella, porque el esposo de ésta trata de abusar de ambas. Nuevamente en la calle, se contactan con otras menores; para sobrevivir, ocasionalmente se prostituyen. Su hogar es el baldío «Dico», ubicado frente a la Central de Ferrocarriles. Yesenia queda embarazada a los 15 años y se practica un aborto que casi le cuesta la vida por las condiciones en que se realiza. Después de un tiempo de atenderse en varias instituciones, decide regresar a su casa, para ver si puede restablecer la relación con su familia y, sobre todo, con su padre. No se tiene más contacto con ella.

Laura

Laura es originaria de la Ciudad de México. Es maltratada por su madre y violada por su padrastro. No menciona su edad. La violencia de que es objeto y la carencia económica la llevan a trabajar desde muy temprana edad en las loncherías de la zona de La Merced. En estos lugares gana muy poco y trabaja mucho, pero, a pesar de ello, contribuye con sus ingresos para la manutención de la familia con la que dice vivir. Con el tiempo, se le presenta la oportunidad de bailar en bares, y después se prostituye. Tiene tres años de ejercer la prostitución. Menciona que le interesaría saber de ella, de su salud, cómo está, pero no sabe cómo hacerlo, no tiene relación con ninguna institución, a veces falta a su casa, se queda por ahí».

Análisis de testimonios

En los testimonios de las niñas de la calle se observa que comparten una experiencia de vida de mucha violencia y dramatismo. Todas ellas sufrieron maltrato intrafamiliar por parte de la madre, del padre, o de algún otro miembro de la familia. Algunas de ellas mencionan haber sufrido abuso sexual por parte del padre o del padrastro. La violencia, como una dimensión de vida, aunada a condiciones precarias de existencia, es el motivo principal que las lleva a huir de su casa siendo aún niñas. A diferencia de las menores prostituidas entrevistadas, las niñas de la calle salieron de sus casas a edad más temprana y sin haber establecido contacto alguno con «amigos» o «familiares» en el Distrito Federal. Esta situación es la que las lleva prácticamente a la calle y a relacionarse con otros niños de la calle en similares condiciones.

La sordidez de la calle y el encontrarse completamente desprotegidas las obliga a enfrentar otro tipo de agresión: la violencia urbana protagonizada por los más diversos sujetos que viven de la desgracia y vulnerabilidad de ellas. Tal es el caso de Pilar y Fabiola quienes, sin siquiera saberlo o imaginarlo, caen en manos de una tratante de blancas y de un enganchador.

Para estas niñas, la prostitución tampoco es una forma de vida elegida: es una estrategia externa de sobrevivencia. Peor aún: la prostitución es un medio que les permite acceder a la droga. Ésta también es una diferencia notoria con las menores prostituidas entrevistadas. La mayoría de las niñas de la calle «caen» en un círculo vicioso del cual les es prácticamente imposible salir, como Erika, Elena, Fabiola y Yesenia quienes, a través del uso de su cuerpo, logran conseguir droga. El caso extremo es el de Fabiola, quien se prostituye para recibir exclusivamente droga.

Otro de los problemas que enfrentan las niñas de la calle son los embarazos y abortos, experiencias dolorosas signadas por el desconocimiento y la falta total de sentido. Ésta es una experiencia compartida con las menores prostituidas, pero en las menores, por contar con un acopio mayor de información, y por el intercambio de experiencias entre ellas, suele ser una situación que tiende a «manejarse» con más elementos. No es aventurado decir que si las menores prostituidas enfrentan cotidianamente una «violencia material y simbólica» y ésta es una vivencia de mucho dolor y sufrimiento, las niñas de la calle prostituidas no conocen otra dimensión de vida que la de la violencia.


Testimonio de menores prostituidas: «El caso de las niñas de La Merced» en Al otro lado de la calle: Prostitución de menores en La Merced, México, 1996, Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal / Espacios de Desarrollo Integral / Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

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